TEOTL
- RossTPonce
- 10 nov 2023
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Jesús María Jalisco era un pueblo tranquilo y próspero, rodeado de campos de agave azul, la planta sagrada que daba vida al tequila, la bebida nacional de México. Los habitantes del pueblo se dedicaban a la producción y comercialización del tequila, y se enorgullecían de su tradición y calidad. Sin embargo, detrás de esa fachada de paz y prosperidad, se escondía un oscuro secreto que nadie fuera del pueblo conocía: el culto al agave.
El culto al agave era una antigua religión que veneraba al espíritu del agave, una entidad poderosa y caprichosa que exigía sacrificios humanos para garantizar la fertilidad de la tierra y la abundancia de la cosecha. Los miembros del culto eran los descendientes de las familias fundadoras del pueblo, que se habían mantenido fieles a la tradición desde tiempos prehispánicos. Ellos creían que el agave era un regalo de los dioses, y que debían ofrecerle a cambio la sangre y la carne de sus primogénitos.
Cada temporada de cosecha, el culto al agave realizaba un ritual secreto en el centro del pueblo, donde se encontraba una gran pirámide de piedra con una estatua del espíritu del agave en la cima. Allí, los líderes del culto seleccionaban a los primogénitos de cada familia principal, que habían sido criados y educados para ese fin. Los llevaban al altar, donde les cortaban el corazón y lo ofrecían al espíritu del agave, mientras el resto del pueblo observaba en silencio. Luego, desmembraban los cuerpos y los cocinaban en grandes ollas, para repartirlos entre todos los habitantes del pueblo, que debían comerlos como parte del ritual. Así, creían que el espíritu del agave se complacía y les otorgaba su bendición.
El culto al agave era un secreto que se mantenía oculto al resto del mundo, y que el pueblo defendía con ferocidad. Cualquier forastero o curioso que intentara acercarse al pueblo o descubrir su secreto, era eliminado sin piedad por los miembros del culto, que contaban con el apoyo y la protección del espíritu del agave. El pueblo se había aislado del mundo exterior, y solo mantenía contacto con algunos intermediarios que se encargaban de vender el tequila y traer los suministros necesarios. Nadie sospechaba de la existencia del culto al agave, ni de los horrores que se cometían en Jesús María Jalisco.
Claro, hubo algunos casos de personas que intentaron descubrir el secreto del culto al agave, pero todos terminaron en tragedia, por ejemplo:
· En 1978, un periodista de la Ciudad de México llegó al pueblo con la intención de hacer un reportaje sobre la producción del tequila. Se alojó en la única posada del pueblo, y empezó a hacer preguntas a los lugareños. Sin embargo, pronto despertó las sospechas de los miembros del culto, que lo siguieron y lo sorprendieron cuando intentaba entrar a la pirámide. Lo capturaron y lo torturaron hasta que confesó su propósito. Luego, lo sacrificaron al espíritu del agave, y quemaron sus pertenencias y su vehículo. Nadie supo nunca de su destino.
· En 1986, una pareja de turistas estadounidenses se extravió en el camino y llegó al pueblo por casualidad. Los habitantes del pueblo los recibieron con cordialidad, y les ofrecieron hospedarse en la posada. Sin embargo, esa noche, los turistas escucharon unos gritos y unos cánticos que venían del centro del pueblo. Curiosos, salieron de la posada y se acercaron a la pirámide, donde vieron el ritual del culto al agave. Horrorizados, intentaron escapar, pero fueron descubiertos por los miembros del culto, que los persiguieron y los mataron. Luego, los arrojaron a una fosa común, donde enterraban a los forasteros que habían eliminado.
· En 1994, un antropólogo de la Universidad de Guadalajara obtuvo un permiso para estudiar la cultura y la historia del pueblo. Llegó al pueblo con una cámara y una grabadora, y se presentó como un investigador interesado en el tequila. Los habitantes del pueblo le permitieron acceder al pueblo, pero le prohibieron acercarse a la pirámide. El antropólogo respetó la prohibición, pero no dejó de indagar sobre el origen y el significado de la pirámide. Un día, encontró unos documentos antiguos que revelaban la existencia del culto al agave, y decidió grabar un video para denunciarlo. Sin embargo, antes de que pudiera enviar el video, los miembros del culto lo descubrieron y lo asesinaron. Luego, destruyeron el video y los documentos, y se deshicieron del cuerpo.
Los primogénitos que no querían ser sacrificados no tenían opción de escapar de su destino. El culto al agave los mantenía vigilados y controlados desde su nacimiento, y les inculcaba la idea de que su sacrificio era un honor y un deber. Los que mostraban algún signo de rebeldía o resistencia eran castigados severamente, y sometidos a un lavado de cerebro para que aceptaran su papel. Si alguno lograba escapar del pueblo, era perseguido y capturado por los miembros del culto, que lo devolvían al altar y lo sacrificaban con más crueldad. El culto al agave no toleraba la desobediencia ni la traición.
El culto al agave se inició hace cientos de años, cuando los antepasados de los habitantes del pueblo llegaron a la región y descubrieron el agave. Ellos eran un grupo de nómadas que buscaban un lugar donde establecerse y cultivar la tierra. Al ver el agave, quedaron maravillados por su belleza y su utilidad, y lo consideraron un regalo de los dioses. Decidieron asentarse en el lugar, y construyeron la pirámide para rendir culto al espíritu del agave, al que llamaron Teotl.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el agave era una planta exigente y caprichosa, que necesitaba de mucha agua y cuidado para crecer. Además, el espíritu del agave les hablaba en sueños, y les pedía que le ofrecieran sacrificios humanos para asegurar la fertilidad de la tierra y la abundancia de la cosecha. Los antepasados del pueblo aceptaron la petición del espíritu del agave, y empezaron a sacrificar a sus primogénitos en el altar de la pirámide. Así, el agave prosperó, y el pueblo también.
Con el tiempo, el pueblo aprendió a extraer el jugo del agave y a fermentarlo para obtener el tequila, una bebida que les daba fuerza y alegría. El tequila se convirtió en el símbolo de su identidad y su riqueza, y lo usaban para celebrar sus rituales y sus fiestas. El culto al agave se mantuvo vivo a través de las generaciones, y se convirtió en la ley y la tradición del pueblo. El pueblo se aisló del mundo exterior, y solo se relacionó con algunos aliados que les ayudaron a vender el tequila y a proteger su secreto. El culto al agave se inició como una forma de agradecer y honrar al espíritu del agave, pero se transformó en una forma de temer y obedecer al espíritu del agave.
Los turistas que visitaban el pueblo sin saber de la existencia del culto al agave corrían un gran riesgo. El culto al agave no toleraba la presencia de extraños en su territorio, y los consideraba una amenaza para su secreto y su seguridad. Por eso, los miembros del culto se encargaban de vigilar y controlar a los turistas que llegaban al pueblo, y de evitar que se enteraran de su ritual. Si los turistas se mostraban respetuosos y discretos, y se marchaban pronto, el culto al agave los dejaba ir sin hacerles daño. Pero si los turistas se mostraban curiosos o indiscretos, y se quedaban más tiempo del debido, el culto al agave los eliminaba sin piedad.
Los miembros del culto usaban diferentes métodos para deshacerse de los turistas que les molestaban. Algunos de ellos eran:
· Envenenar su comida o su bebida, y hacerles creer que se trataba de una intoxicación o una alergia.
· Provocar un accidente en su vehículo o en su alojamiento, y hacerles creer que se trataba de una falla mecánica o una negligencia.
· Atraerlos a lugares apartados o peligrosos, y hacerles creer que se trataba de una aventura o una atracción.
· Simular un robo o un asalto, y hacerles creer que se trataba de una banda de delincuentes o de un conflicto local.
· Secuestrarlos y torturarlos, y hacerles creer que se trataba de un secuestro o de una venganza.
Los miembros del culto se aseguraban de que los turistas no dejaran rastro de su paso por el pueblo, y de que nadie los buscara o los extrañara. Los miembros del culto también se encargaban de borrar o destruir cualquier evidencia o testimonio que pudiera comprometerlos. Los miembros del culto eran muy hábiles y astutos, y sabían cómo engañar y manipular a los turistas. Los miembros del culto eran muy crueles y despiadados, y no sentían remordimiento ni compasión por los turistas. Los miembros del culto eran los guardianes del secreto del culto al agave, y no dudaban en matar a los turistas que se interponían en su camino.
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