EL SECRETO DE JESÚS MARÍA
- RossTPonce
- 22 nov 2023
- 3 Min. de lectura
Jesús María era un pueblo tranquilo y próspero, conocido por su producción de tequila y su tradición agavera. Sus habitantes vivían en armonía con la naturaleza y con sus antepasados, a quienes rendían culto en una antigua capilla en las afueras del pueblo. Allí guardaban una reliquia sagrada, un extraño ídolo tallado en piedra que representaba a una deidad desconocida, con forma de pulpo y alas de murciélago. Según la leyenda, el ídolo había sido traído por los primeros pobladores de la región, que habían escapado de una terrible catástrofe en el sur. El ídolo era el protector del pueblo y el garante de la fertilidad del agave.
Un día, llegó al pueblo un forastero, un joven antropólogo llamado Daniel, que venía a estudiar la cultura y el tequila de Jesús María. Se alojó en la posada del centro, donde conoció a Ana, la hija del dueño, una bella y simpática muchacha que le mostró los lugares más interesantes del pueblo. Daniel quedó fascinado por la historia y las costumbres de Jesús María, y pronto se enamoró de Ana, quien correspondió a sus sentimientos.
Un día, Ana le propuso a Daniel visitar la capilla donde se guardaba el ídolo sagrado. Le dijo que era un lugar muy especial, donde se podía sentir la presencia de los antepasados y de la deidad protectora. Daniel aceptó con curiosidad, y juntos se dirigieron a la capilla, que estaba en un cerro rodeado de agaves. Al llegar, se encontraron con el padre Pedro, el sacerdote del pueblo, que los recibió con amabilidad y les abrió la puerta de la capilla. Dentro, había un altar con velas, flores y ofrendas, y sobre él, el ídolo de piedra, que miraba con sus ojos vacíos a los visitantes.
Daniel se acercó al ídolo con interés, y lo examinó con detenimiento. Le pareció una pieza única, de una antigüedad y un origen desconocidos. Le preguntó al padre Pedro si podía tomarle una foto, y el sacerdote accedió con una sonrisa. Daniel sacó su cámara y apuntó al ídolo, pero en ese momento, algo extraño ocurrió. El ídolo pareció cobrar vida, y sus ojos se iluminaron con un brillo rojizo. Daniel sintió un escalofrío, y una voz susurró en su mente:
-¿Quién eres tú, que osas profanar mi santuario?
Daniel soltó la cámara y retrocedió, aterrado. Miró a Ana y al padre Pedro, pero ellos no parecían haber notado nada. Estaban sonriendo, con una expresión de éxtasis en sus rostros.
-Daniel, ¿qué te pasa? -preguntó Ana, acercándose a él.
-No... no sé... he oído una voz... el ídolo... -balbuceó Daniel, confundido.
-No te preocupes, Daniel -dijo el padre Pedro, con voz suave-. Es normal que sientas la voz de nuestro señor. Él te ha elegido, como a nosotros. Él te quiere, como a nosotros. Él te espera, como a nosotros.
-¿Qué? ¿De qué hablan? ¿Qué señor? -preguntó Daniel, asustado.
-El señor de los sueños, el que duerme en las profundidades, el que reina sobre el caos y la locura. El que nos ha revelado los secretos del universo y nos ha prometido la salvación. El que pronto despertará y reclamará su dominio sobre la tierra. Nuestro señor, Cthulhu -respondió el padre Pedro, con fervor.
Daniel no podía creer lo que oía. ¿Cthulhu? ¿El personaje de las historias de Lovecraft? ¿Qué tenía que ver con el ídolo y con el pueblo? ¿Estaban locos Ana y el padre Pedro? ¿O lo estaba él?
-No... no puede ser... esto es una pesadilla... déjenme salir de aquí... -dijo Daniel, tratando de escapar.
Pero Ana y el padre Pedro lo sujetaron con fuerza, y lo arrastraron hacia el altar. El ídolo seguía mirándolo con sus ojos rojos, y la voz en su mente se hizo más fuerte y más clara:
-No temas, Daniel. No hay escapatoria. Eres uno de los nuestros. Has sido elegido para ser parte del ritual. El ritual que abrirá la puerta a la dimensión de nuestro señor. El ritual que lo despertará de su sueño eterno. El ritual que nos unirá a él para siempre.
Daniel gritó, pero nadie lo escuchó. Nadie, excepto el ídolo, que sonrió con malicia, y dijo:
-Bienvenido, Daniel, al secreto de Jesús María.
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