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LOS DUENDES DEL TEQUILA

  • RossTPonce
  • 17 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

Había una vez un pueblo llamado Jesús María, en el estado de Jalisco, México. Era un lugar tranquilo y pacífico, donde la gente se dedicaba a la agricultura y a la producción de tequila. Un día, un grupo de duendes traviesos llegó al pueblo, escondidos en unas botellas de tequila que habían robado de una destilería cercana. Los duendes tenían un poder especial: podían conceder los deseos de las personas que bebieran de las botellas donde ellos se ocultaban. Sin embargo, los duendes no eran muy buenos, y les gustaba jugar con los deseos de la gente, torciéndolos o exagerándolos para causar problemas. Así fue como empezó el caos en el pueblo.


El primer día, el señor Conchas, el dueño de la tienda, abrió una de las botellas de tequila y se sirvió un trago. Al hacerlo, sintió una voz en su cabeza que le preguntaba qué deseaba. El señor Conchas, que siempre había querido ser rico, pidió tener mucho dinero. Al instante, su tienda se llenó de billetes y monedas, que salían de todas partes. El señor Conchas se alegró al principio, pero pronto se dio cuenta de que el dinero no paraba de salir, y que su tienda se estaba derrumbando por el peso. Además, el dinero era falso, y la policía llegó a arrestarlo por falsificación.


El segundo día, la señora García, la maestra de la escuela, abrió otra botella de tequila y se tomó un sorbo. Al igual que el señor López, escuchó una voz que le ofrecía un deseo. La señora García, que siempre había querido ser más inteligente, pidió tener más conocimientos. Al momento, su cabeza se llenó de información sobre todo tipo de temas, desde matemáticas hasta historia, pasando por arte y ciencia. La señora García se sintió muy orgullosa de su nueva sabiduría, pero pronto se dio cuenta de que no podía enseñar a sus alumnos, porque ellos no entendían nada de lo que decía. Además, la información era demasiada, y le provocaba dolores de cabeza y mareos.


El tercer día, el joven Martín, el hijo del alcalde, abrió la última botella de tequila y se bebió un vaso. Como los anteriores, oyó una voz que le concedía un deseo. El joven Martín, que siempre había querido ser popular, pidió tener muchos amigos. Al instante, su teléfono se llenó de mensajes y llamadas de personas que querían hablar con él, invitarlo a salir, o pedirle favores. El joven Martín se emocionó al principio, pero pronto se dio cuenta de que no podía atender a todos, y que muchos de ellos solo querían aprovecharse de él. Además, perdió el contacto con sus verdaderos amigos, que se sintieron abandonados y traicionados.


Así fue como los duendes del tequila causaron el caos en el pueblo, concediendo deseos que no eran tan buenos como parecían. Los habitantes del pueblo se arrepintieron de haber pedido cosas que no necesitaban, y aprendieron a valorar lo que tenían.

Los duendes, satisfechos con su travesura, se marcharon a otro lugar, buscando más botellas de tequila y más personas a las que engañar.


 
 
 

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