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EL CAOS QUE CAYO DEL ESPACIO.. A UNA BOTELLA DE TEQUILA

  • RossTPonce
  • 16 nov 2023
  • 3 Min. de lectura

I


El día que cambió todo fue el 12 de octubre de 2023. Ese día, un meteorito del tamaño de un autobús se estrelló contra los altos de Jalisco, una región famosa por su producción de tequila. El impacto causó un enorme cráter y una nube de polvo que cubrió el cielo. Nadie se percató de que el meteorito traía consigo una forma de vida extraterrestre, capaz de alterar el ADN de cualquier organismo con el que entrara en contacto.


El agua subterránea de la zona se contaminó con el material alienígena, y empezó a afectar a la planta del agave, la base del tequila. El agave mutó, adquiriendo propiedades tóxicas y alucinógenas. Los científicos no se dieron cuenta de este cambio, ya que el aspecto y el sabor del agave no se modificaron. Así, el tequila producido con el agave mutante se distribuyó por todo el mundo, sin ninguna advertencia ni control sanitario.


El tequila contaminado tenía un efecto devastador en los humanos que lo consumían. Los hacía perder la razón, la voluntad y la conciencia. Los convertía en zombies sedientos de sangre, que atacaban a cualquier ser vivo que se cruzara en su camino. El virus zombie se propagaba por la mordedura, y pronto se desató una plaga de zombies a nivel mundial.


Los pocos supervivientes se refugiaron en lugares aislados y fortificados, tratando de resistir el asedio de los muertos vivientes. Algunos intentaron buscar una cura, otros buscaron una forma de escapar del planeta, y otros simplemente perdieron la esperanza. El mundo se sumió en el caos, la violencia y el terror.


Todo por culpa de un meteorito y una botella de tequila.


II


Los brotes de virus del tequila contaminado se produjeron de forma gradual y desigual por el mundo. Algunos de los primeros casos se registraron en los países que más importaban tequila de México, como Estados Unidos, Canadá, España y Japón. Allí, las personas que bebían tequila empezaron a mostrar síntomas de locura, agresividad y canibalismo. Los servicios de emergencia y las autoridades sanitarias se vieron desbordados por la cantidad de ataques y mordeduras.

El virus se extendió rápidamente por las grandes ciudades, donde el consumo de tequila era más frecuente y la densidad de población era mayor. Los aeropuertos, las estaciones de tren y los puertos se convirtieron en focos de infección, ya que los viajeros infectados llevaban el virus a otros países y continentes. El tequila contaminado también llegó a lugares remotos y aislados, como las islas del Pacífico, el Ártico o la Antártida, donde los habitantes lo consumían como una bebida exótica o un regalo.

Algunos países intentaron contener el brote, cerrando sus fronteras, imponiendo cuarentenas y destruyendo las reservas de tequila. Sin embargo, estas medidas fueron insuficientes o llegaron demasiado tarde. El virus zombie era muy contagioso y resistente, y no había ninguna vacuna ni antídoto conocido. Además, muchos gobiernos y organizaciones internacionales se vieron afectados por la corrupción, el pánico y la desinformación.

Así, el mundo se convirtió en un escenario apocalíptico, donde los zombies dominaban las calles y los humanos luchaban por sobrevivir. Solo unos pocos lograron escapar o encontrar un refugio seguro, mientras que la mayoría sucumbió al virus o a la violencia. El futuro de la humanidad quedó en manos de la suerte, el ingenio y la esperanza.


III


Los productores de tequila fueron unos de los primeros afectados por el virus zombie. Al estar en contacto directo con el agave mutante, muchos de ellos se infectaron sin saberlo. Algunos se convirtieron en zombies y atacaron a sus compañeros, familiares y clientes. Otros trataron de huir o de esconderse, pero fueron perseguidos por las hordas de muertos vivientes. Solo unos pocos lograron sobrevivir, gracias a su conocimiento del terreno y a su ingenio.

Los productores de tequila que escaparon del virus se enfrentaron a otro problema: la culpa. Al darse cuenta de que su producto había causado la plaga zombie, muchos de ellos se sintieron responsables y angustiados. Algunos intentaron reparar el daño, alertando a las autoridades, destruyendo el tequila contaminado o buscando una cura. Otros se sumieron en la depresión, el alcoholismo o el suicidio. Y otros se volvieron locos, creyendo que eran los elegidos de algún dios o profecía.

 
 
 

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